30 mar 2018

1987- EL CONDÓN ASESINO – Ralf Konig




Ralf König, el más famoso y capaz autor de comics de la comunidad gay, nació en 1960 en Soest (Alemania) y empezó a destacar en el mundo de los comics a finales de la década de los setenta del siglo pasado, cuando al tiempo que hizo pública su condición homosexual, su obra apareció en diversas revistas underground, destacando sus “Schwulcomix”, una visión esperpéntica del mundo gay germano. En 1981 asistió a la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf y aquel mismo año presentó sus historietas a la editorial gay Rosa Winkel, que empezó a editarlas en volúmenes. Durante toda la segunda mitad de los ochenta, König fue forjándose su reputación de cronista de la comunidad gay y su representante más famoso y capaz en el mundo de las viñetas. En 1987, una vez finalizados sus estudios académicos, publica la que será su primera historia larga: “El Condón Asesino”.



El protagonista es un detective homosexual de la policía de Nueva York, Luigi Macarrolni –de obvios orígenes sicilianos-. La historia comienza cuando empiezan a producirse una serie de grotescas amputaciones de genitales masculinos en un hotel para encuentros fugaces del centro. Las explicaciones racionales no parecen explicar los sucesos y Macarroni, que acude al lugar en cuestión para mantener sexo con un chapero, acaba teniendo experiencia directa sobre el asunto: le cuesta un testículo pero se da cuenta de que el culpable es un voraz condón asesino que se pasea entre las habitaciones del establecimiento. Por supuesto, nadie le creerá y aunque le acaban expulsando de la policía no desiste de atrapar a la letal criatura.

“El Condón Asesino” es quizá el trabajo menos redondo de König tanto desde el punto de vista del guión como del dibujo pero ello no quiere decir que no sea una lectura recomendable siempre y cuando, eso sí, uno no se sienta demasiado ofendido por lo explícito de sus imágenes. Y es que el autor no se anda con rositas y la ambientación en la que transcurre la historia es verdaderamente sórdida: travestis, degenerados sexuales, prostitutas, hoteles por horas, chaperos… El protagonista es alguien decididamente desagradable, un policía “duro” de aspecto varonil en su peor acepción: velludo, mandíbula cuadrada, sin afeitar, descuidado en el vestir, brutal, con un enorme miembro que utiliza como un semental y una vida homosexual libertina que incomoda a sus compañeros –y, supongo, a muchos lectores de mente poco flexible-. Es, en definitiva, un comic no apto para lectores con reparos al sexo explícito y/o homosexual.

La historia contiene asimismo un comentario al contexto social de la época, el momento en el que el SIDA saltó al conocimiento público y se pusieron en marcha campañas para la prevención que pasaban por utilizar los preservativos. Hay en este comic mucho miedo al sexo y al condón. Uno de los policías se queja: “¡Esa maldita campaña de sexo seguro le ha costado al gobierno millones de dólares. Sólo para que la gente use condones al joder! ¡Y ahora todos tienen miedo a que esos cacharros les muerdan!”. Eran los tiempos en los que, como afirma el propio autor, no se tenía conciencia de la gravedad del problema y aún se podía permitir hacer bromas con ello.

En obras posteriores, König exploraría con mayor acierto, variedad y riqueza de personajes y
humor descarnado los prejuicios, manías, costumbres y obsesiones de la comunidad homosexual y sus relaciones con la heterosexual, pero en este primer álbum ya encontramos los mimbres de lo que luego será su obra. Es un comic despreocupadamente inmoral, honesto y directo, que parodia simultáneamente el género de terror y el policiaco y que contiene situaciones y diálogos verdaderamente divertidos. A ello hay que añadir su importancia histórica, dado que Kónig fue el primer autor de la subcultura gay en triunfar de forma masiva más allá de su círculo, mostrando de forma tan abierta como valiente y corrosiva sus entresijos, algo que hoy puede no parecer tan meritorio pero que a finales de los años ochenta desde luego sí lo era. Su siguiente obra, publicada en el mismo año y dirigida a un público más mayoritario tanto por su tono como por su tema, fue “El Hombre Deseado”, que le consagró definitivamente como uno de los autores con más éxito del continente europeo.

Sin duda, el éxito de los comics de König reside más en las historias que en el dibujo. Su caricaturesco estilo es, de todas formas, inmediatamente reconocible, con esa línea rápida y nerviosa que da forma a figuras de grandes narices de corte feísta, eliminando de paso el posible morbo de todas las escenas de sexo. En este álbum presta además especial atención a la ambientación que, a través de fotografías retocadas, captura el espíritu cinematográfico de la serie negra.

El comic tuvo una continuación, “El Retorno del Condón Asesino” (1990), más centrada en el retrato de la comunidad homosexual, que en el primer álbum sólo estaba representada por el policía. En ese caso, Macarroni tiene que investigar una serie de asesinatos nocturnos cometidos en las cercanías de un club gay y cuyo principal sospechoso es un conocido actor porno. Acompañado de su muy heterosexual colega, Macarroni acaba encontrando la relación entre su viejo caso del condón asesino y éste y el origen del grotesco ser. Los dos comics comienzan con una especie de títulos de crédito cinematográficos, un recurso profético dado que ambos sirvieron de base para el guión de la película de imagen real realizada en Alemania en 1996, “El Condón Asesino”, un material de serie B que no me atrevo a recomendar y que horrorizó hasta a König..

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