17 dic 2017

1994-DIARIO AZUL – André Juillard


En 1994, André Juillard sorprendió a todo el mundo cuando presentó “Diario Azul”de la mano de la editorial Casterman (tras serializarlo un año antes en la revista “(A Suivre)”). Hasta ese momento, su elogiada trayectoria se había especializado en ilustrar guiones ajenos, sobre todo de comics históricos como las muy populares sagas de “Masquerouge” o “Las Siete Vidas del Gavilán”, ambas escritas por Patrick Cothias y obras clave del género. Exigente consigo mismo , dispuesto a ser reconocido también como autor completo y quizá deseando probar otros registros temáticos, escribe y dibuja una historia ambientada en el mundo moderno, carente de acción y aventura y en la que presenta un drama sentimental aderezado con gotas de género negro.



Louise Lemoine es una joven y bonita quebeois (canadiense de la provincia francófona de Quebec) que trabaja en el Museo Paleontológico de París. Una mañana, al salir de la ducha, camina desnuda por su apartamento, mira a través de las ventanas sin cortinas y ve un tren del metro que se ha parado en las vías elevadas algo más allá. Para cuando va a prepararse el desayuno, el tren ya se ha marchado. Esa situación aparentemente inofensiva va a poner en marcha una serie de encuentros de Louise con dos hombres que aquella mañana la vieron desde el tren. El primero se llama Armand Laborie, un seductor frío y oportunista que con toda desfachatez se presenta en su apartamento. Louise se siente al principio tan molesta como halagada y durante un breve periodo le sigue el juego y se deja seducir.

Pero lo que no sabe es que en ese tren también viajaba Victor Sánchez, quien se enamora enfermizamente de ella y plasmará en un diario (el que da título a la obra) la retorcida forma en que la acosa a escondidas y la manipula para que se fije en él y corresponda a sus sentimientos. Ambos inician una relación auténtica y aparentemente con futuro…hasta que un día Louise recibe por correo el diario….

El atractivo de este álbum se apoya en buena medida no en una historia central, por lo demás bastante sencilla, sino en la forma de contarla. Y es que Juillard opta por apartarse de la tradicional narración lineal para articular una trama que se cuenta desde tres puntos de vista diferentes y sucesivos, lo que permite ir desgranando capas de la misma, espesar el tejido emocional e ir elevando el suspense gradualmente gracias a la revelación progresiva de elementos de aquélla. El lector, por tanto, debe ir reuniendo las piezas de un puzle que sólo al final cobrará pleno sentido, piezas subjetivas y complementarias, fragmentos de una realidad compleja que por sí solos no aportan la perspectiva completa.

A estos efectos, Juillard divide el álbum en tres segmentos. La primera parte se centra en la protagonista, Louise, a la que retrata de forma concisa y sutil pero muy efectiva, presentándola como una muchacha al tiempo seductora y resuelta. Es una mujer libre, de maneras suaves y elegantes pero que sabe mantener su territorio. Aunque la historia comienza mostrándonosla desnuda en su apartamento, está lejos
de sentirse indefensa y sabe hacer frente con ingenio y temperamento a los hombres que tratan de seducirla. Esa desnudez inicial, además, está plasmada como algo cotidiano y natural, no forzadamente sensual o provocativo. En veinte páginas, Juillard nos relata sus encuentros con Armand y Victor, la relación que mantiene con su hermana y el descubrimiento del diario del segundo.

La segunda parte está narrada precisamente como si de ese diario se tratara y nos desvela a través de sus propias palabras la endeble naturaleza de su autor, víctima desgraciada del amor a primera vista. Victor espía a Louise, la sigue, la engaña llevado por su obsesión por una mujer que en realidad no conoce. Este segmento finaliza, con gran acierto, con Louise otra vez desnuda en su habitación tras haberse duchado, pero esta vez la imagen, con ella encogida en una silla, en la penumbra de la tarde, no podría ser más diferente que la inicial. Tras haber leído el diario se siente traicionada, violada en cierto sentido en contraposición a su resuelta seguridad de la primera página.

El tercer y último capítulo se narra con las palabras de tres personajes al tiempo testigos y víctimas de lo sucedido en las páginas anteriores: la hermana de Louise, Victor y una tercera mujer, Elena, que entra ahora en la historia. Los tres declaran ante la policía a raíz del asesinato de uno de los personajes. La víctima, la naturaleza de su muerte, cómo y por qué el diario llegó a manos de Louise y la solución del drama sentimental se ofrecen sólo en las últimas cuatro páginas. Es quizá la parte más forzada del álbum por cuanto Juillard introduce un crimen que diluye el tono íntimo y romántico que había ido construyendo hasta ese momento. De cualquier forma, estos últimos son fallos fácilmente perdonables para un autor que, aunque experimentado gráficamente, prueba por primera vez a realizar un guión propio. Tanto es así que aquel mismo año fue galardonado con el prestigioso premio Alpha Art al mejor álbum en el Festival de Angouleme.

“Diario Azul” no es un comic amable ni reconfortante pero sí más complejo psicológicamente
de lo que su sencillo argumento podría dar a entender. Los dos hombres que tratan de intimar con Louise lo hacen por razones diferentes en base a sus respectivas escalas de valores y recurriendo a métodos distintos según sus personalidades. El uno, Armand, pagado de sí mismo e impulsado por el mero deseo físico y la necesidad de reafirmar su valía como veterano seductor, opta por la espontaneidad del galán vacuo, el otro, Víctor, es un individuo atormentado, sensible e inseguro, que trata de manipular los acontecimientos –y a Louise- a su favor. A su manera, ambos son personajes patéticos pero muy verosímiles. (ATENCIÓN: SPOILER) Tampoco el final, bastante abierto, es agradable para ninguno de los tres vértices de ese triángulo: Armand muere, Víctor es encarcelado y acusado de su asesinato y aunque parece hallar cierto consuelo en Elena –especialmente en el epílogo-, no parece ser más que eso, un apoyo pasajero; y Louise comprende demasiado tarde que tras las maniobras de Víctor quizá se escondiera un amor verdadero digno de conservar. (FIN SPOILER).

Desde el punto de vista gráfico, André Juillard es una referencia en el comic franco belga y está
considerado con justicia como uno de los mejores dibujantes realistas del medio. Su dibujo mezcla la línea clara (trazos limpios y continuos, pocas sombras y negros uniformes) con el realismo académico (dominio de la anatomía y la arquitectura y amplio uso de documentación como base para sus viñetas). Juillard ya demostró en sus comics históricos y de aventuras que podía dibujar perfectamente escenas de peleas o persecuciones con todo el dinamismo necesario. “Diario Azul”, en cambio, no tiene ningún momento de acción y sí mucho sentimiento y reflexión. La puesta en escena es, por tanto, más serena, más tranquila, más sobria –magníficas esas perspectivas de un París cotidiano y de los funcionales interiores de las viviendas-. En lo que sí se queda algo corto el dibujo de Juillard es en la expresividad de sus personajes: sus rostros parecen siempre dominados por una inextinguible melancolía (lo que, de todas formas tampoco le viene del todo mal a la historia).

“Diario Azul” es una historia intimista sólida, urbana, moderna, refinada y muy efectiva, con una puesta en escena impecable; los personajes son atractivos y están psicológicamente bien construidos; la atmósfera, la narración y el desarrollo de los acontecimientos están bien equilibrados y resueltos a buen ritmo; no cae en la autocomplacencia o el sentimentalismo vacío ni, como la propia vida, ofrece un final particularmente feliz.

Este álbum tiene una falsa segunda parte, “Después de la Lluvia” (1998) y que comentaré en su momento. Y digo que es falsa por dos razones: primero porque en sus primeras páginas y sin explicación, vuelven a aparecer juntos a dos de los personajes de “Diario Azul” que se daban por definitivamente separados; y, segundo, porque en realidad lo que se narra es una historia criminal que nada tiene que ver en tono, localización ni personajes con este primer álbum.



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