21 jun 2016

1983- OJO DE HALCÓN – Mark Gruenwald, Bret Breeding y Danny Bulanadi



A comienzos de los años ochenta del pasado siglo, Marvel Comics empezó a explorar un nuevo formato, el de la miniseries, destinado a su creciente base de fans, que podían adquirirlas en las librerías especializadas. Tras la primera de ellas, “Contest of Champions”, las Marvel Limited Series subieron como la espuma y durante unos años pareció que todo el mundo excepto Rick Jones acabaría teniendo su oportunidad en ese formato.

La calidad de las miniseries variaron, naturalmente, pero la intención siempre fue la misma: explorar las posibilidad de que personajes de segunda y tercera división pudieran tener sus propias cabeceras mensuales –como sucedió, por ejemplo, con Lobezno o el Castigador-. No era una idea nueva sino que vino a sustituir el papel que habían desempeñado durante todos los años setenta colecciones genéricas como “Marvel Premiere”, “Marvel Presents” o “Marvel Spotlight”. Ahora, al convertir al personaje de turno en el centro de su propia aunque breve cabecera, se le distinguía del resto y, además, se apelaba al instinto coleccionista de los fans, que podían completar una serie en tan solo cuatro meses en lugar de tener que seguir una colección indefinida protagonizada por héroes no siempre de su gusto.



Ojo de Halcón fue uno de los personajes “premiados” con su propia miniserie. El arquero más famoso del comic (después de Green Arrow, claro está) comenzó su andadura en las páginas de “Tales of Suspense” nº 57 (septiembre 1964), si bien entonces se presentó como villano enfrentado a Iron Man. Su posicionamiento al lado de los “malos” había sido un error y su nombre se limpió cuando se unió a los Vengadores en el número 16 de la colección (mayo 1965).

Clint Barton, alias Ojo de Halcón, había sido un muchacho huérfano que se unió junto a su hermano a un circo. Bajo la tutela del experto en armas Espadachín (que también sería un villano reconvertido en héroe tras su paso por los Vengadores), Clint cultivó su talento para el tiro con arco, convirtiéndose en una de las principales estrellas del espectáculo. Al descubrir que el Espadachín había robado la recaudación del circo, huyó sólo para resultar gravemente herido. Cuando se recuperó, su maestro había escapado y él decidió vestir un disfraz y actuar como superhéroe. Tras su encuentro con Iron Man, como he dicho, pasó a los Vengadores, donde se ganó fama de tipo desenfadado, arrogante y pendenciero, quizá para compensar cierto complejo de inferioridad respecto a sus imponentes compañeros, especialmente el Capitán América.

En el nº 181 (marzo 1979) de los Vengadores, tras una larga e ilustre trayectoria en el equipo, es forzosamente “jubilado” del mismo por el gobierno americano, quien decide tomar cartas en la organización y operativa de los Vengadores y reducir
su número a algo más manejable. Ojo de Halcón pasa a la reserva y es entonces cuando decide emplear sus talentos en el sector privado, concretamente como jefe de seguridad en la empresa Cross Technological Enterprises. En este momento da comienzo la miniserie de cuatro números (septiembre-diciembre 1983) dedicada a él y escrita por Mark Gruenwald.

Todo parece irle bien a Ojo de Halcón en su nuevo empleo. Buena paga, un moderno apartamento, hombres a su cargo, una flamante moto voladora y una estupenda chica, Sheila, que bebe los vientos por él. Sigue siendo el mismo tipo presumido y arrogante de siempre pero se siente satisfecho de haber encontrado una relación sentimental con posibilidades tras sus pasados fracasos con la Viuda Negra y la Bruja Escarlata.

Cuando una noche atiende una alerta de seguridad en Cross, se encuentra con una infiltrada, Pájaro Burlón, una ex agente de Shield (a la que se había visto por última vez en “Marvel Team-Up” 95, julio 1980) que dice estar
investigando irregularidades en la empresa. Ojo de Halcón no hace caso y trata de atraparla, cosa que en realidad acaban haciendo sus hombres. Deja a la intrusa en sus manos y regresa a su apartamento, pero la vehemente afirmación de Pájaro Burlón ha levantado sospechas en su mente e, incapaz de dormir, vuelve a las instalaciones para profundizar en el asunto. Para su sorpresa, su propio equipo de seguridad le ataca y utiliza a Sheila como rehén para forzar su rendición. Así lo hace, siendo a continuación arrojado junto a Pájaro Burlón a un pozo en el que van a asesinarlos vertiendo residuos químicos tóxicos. Para colmo, es en ese momento cuando Sheila revela su verdadera naturaleza, una espía que la empresa ha utilizado para seducirlo y mantenerle vigilado y bajo control. Aturdido por la cadena de revelaciones, sólo las pullas de Pájaro Burlón consiguen sacarlo de su apatía para que, gracias a sus artilugios tecnológicos puedan escapar de una muerte segura.

En el número 2, encontramos a Ojo de Halcón sumido en
una depresión. Todo lo que daba por sentado y de lo que estaba tan orgulloso, su vida amorosa, su trabajo, su capacidad como Vengador, su instinto, ha resultado ser un gran engaño. Perdida la confianza en sí mismo, trata de recuperarse cuando entra en escena un silencioso asesino que quiere eliminarlo para impedir ulteriores investigaciones en Cross. Con ayuda de Pájaro Burlón, que no sólo le apoya sino que le confecciona un nuevo traje, derrotará al sicario y entrará en los archivos de la Cross.

La miniserie da un giro un tanto absurdo en los nº 3 y 4, desvinculándose aparentemente de todo lo anterior, cuando dos asesinos, Bola de Billar y Bomba, derrotan y capturan a la pareja de protagonistas. La mente maestra tras toda esta peripecia resulta ser un oscuro villano que se llama a sí mismo Fuego Cruzado. Su plan consiste en dos fases: primero, probar sobre Ojo de Halcón y Pájaro Burlón la tecnología que encargó a Cross, un sistema de ultrasonidos que excita los instintos violentos hasta niveles homicidas. Y luego, cuando el resto de héroes acudan al funeral de ambos, someterlos a todos a la influencia de ese artilugio haciendo que se asesinen entre sí…

Los primeros trabajos de Gruenwald para Marvel, allá por los setenta, fueron desde guiones para etapas de “Spiderwoman” o “La Cosa” a números de relleno para “Los Vengadores” o “Thor”. Algunos de sus arcos argumentales más notables y que hoy tienen el rango de clásicos menores son los del Proyecto Pegaso para “Marvel Two-In-One”, la saga de los Eternos para “Thor” o las Noches de Wundagore para “Los Vengadores”. Fue también, junto a Bill Mantlo, el guionista y editor de la primera serie limitada de Marvel, la ya mencionada “Contest of Champions”, en la que los principales héroes de la Tierra eran secuestrados por una entidad cósmica y obligados a participar en una competición, sentando un estándar para posteriores macroeventos como “Secret Wars”, “El Guantelete del Infinito”, “Civil War” o “Secret Invasion”. Considerado una eminencia en la historia del Universo Marvel, se ocupó también de escribir y compilar la primera edición del Official Handbook of the Marvel Universe, una expansión de las breves fichas que había incluido en “Contest of Champions” y que habían recibido una calurosa acogida por los fans.

En el otoño de 1981, tras haber pasado un año escribiendo las aventuras épicas de Thor, deseaba centrarse en algo más mundano, y fue entonces cuando se le ocurrió la idea de una posible miniserie para Ojo de Halcón, uno de los superhéroes menos “super” del Universo Marvel. Poco tiempo después pasó a ocupar el puesto de editor de los Vengadores, lo que lo acercó todavía más al personaje. Jim Shooter no sólo dio el visto bueno sino que lo animó a ocuparse él mismo de las labores de dibujante.

Esta miniserie fue la primera aventura del arquero en solitario así como una interesante mirada al papel de un héroe en el mundo “real”, con un trabajo
y una vida ajenos a los supergrupos y las amenazas planetarias. Es una historia entretenida que ha aguantado razonablemente bien el paso del tiempo si lo que uno busca es una lectura ligera de superhéroes y, aunque efectivamente supuso un punto y aparte en la historia del héroe, también es verdad que lo hace copiando el recorrido anímico que unos pocos meses antes había seguido Lobezno en la miniserie que protagonizó, firmada por Chris Claremont y Frank Miller (septiembre-diciembre 1982): la demolición emocional del héroe al ver cómo todo lo que daba por sentado era falso, la pérdida de la confianza en sí mismo, la superación del trauma gracias a una nueva mujer en su vida y el renacimiento vía su enfrentamiento con el villano que dio pie a su metamorfosis.

Además de apoyarse sobre una idea ya explotada por otros con más éxito y pericia, si se examina de cerca el argumento de esta serie encontramos una nada despreciable cantidad de de lagunas, callejones sin salida y deux ex machina. ¿Qué es lo que averiguan Ojo de Halcón y Pájaro Burlón en los archivos de la Cross? Nunca lo sabemos. ¿A qué responde el
plan de Fuego Cruzado? ¿Es un simple megalómano? ¿Actúa por venganza? ¿Quiere conquistar el mundo? ¿A qué viene esa súbita atracción de Pájaro Burlón por Ojo de Halcón? No creo que nadie hubiera podido pensar antes de ver la última viñeta que Clint llegaría a casarse alguna vez, pero a Gruenwald le gustaba la relación que desde hacía años mantenían en DC Green Arrow y Canario Negro y decidió remedarla –de forma bastante apresurada y poco verosímil- con el arquero de la Marvel.

Además, los villanos carecen de fuste. El asesino silencioso del nº 2 es una figura completamente funcional, una mera excusa para introducir un par de escenas de acción y del que Gruenwald se libra de la forma más tonta al final del episodio cuando podría haber dado más juego; Fuego Cruzado es el típico villano bocazas, sin carisma alguno y con injustificados delirios de grandeza (eso sí, sus fantasías dan lugar a un par de espectaculares viñetas en las que los héroes se masacran entre sí, algo digno de ver); y sus sicarios son aún más ridículos: Bola de Billar es un sucedáneo de Bullseye sin su aura siniestra; Bomba es
una mujerona fría y sosa. En mi opinión, hubiera sido mucho mejor involucrar a Ojo de Halcón en una intriga corporativa relacionada con experimentos ilegales, espionaje industrial o corrupción y dejar de lado por esta vez los villanos disfrazados.

Aunque no encontraremos aquí nada realmente innovador o memorable y que, desde luego, esta miniserie está lejos de la gran obra de Gruenwald, El Escuadrón Supremo, sí satisfizo el objetivo último de este proyecto: profundizar en el personaje, renovarlo, demostrar que contaba con suficiente entidad como para correr sus propias aventuras (por mucho que ninguno de los posteriores intentos editoriales hayan llegado a fructificar del todo) y sentar las bases para una nueva etapa. Así, Ojo de Halcón obtiene un nuevo uniforme más moderno y salva al universo Marvel de un siniestro plan maestro pero, sobre todo, deja atrás su etapa inmadura. De esta manera, asienta la cabeza y emprende una nueva fase de su carrera que desembocará en la formación de los Vengadores Costa Oeste en septiembre de 1984 dentro de su propia miniserie.

Como dijimos más arriba, Gruenwald asumió las labores de dibujante, obteniendo mejores
resultados de los que hubieran podido esperarse. Ciertamente, su manejo de la anatomía y la expresividad corporal y facial no está al nivel de otros artistas de la casa y se detectan varios fallos en este sentido. Pero en mi opinión quedan compensados por una ágil técnica narrativa para la que adopta interesantes soluciones, un buen ritmo general y dinámicas coreografías en las escenas de acción. Sin duda, parte del mérito hay que atribuírselo al entintado de Brett Breeding.

Pero, conforme avanza la miniserie, el pulso de Gruenwald pierde energía. Se notan demasiadas manos en el entintado del segundo número (¿Quizá le prestó ayuda Al Milgrom, que por entonces dibujaba Los Vengadores?). Los dos últimos episodios están entintados por Danny Bulanadi, cuyo estilo siempre me ha parecido que enmascara excesivamente los lápices del dibujante sin aportar a cambio belleza o energía adicionales.

Es, por tanto, una miniserie importante dentro del que poco a poco se ha ido convirtiendo en uno de los personajes secundarios más queridos del Universo Marvel. Y también un movimiento valiente por parte de la editorial, siempre más inclinada a preservar el status quo de sus personajes que a introducir cambios que puedan amenazar su éxito más o menos consolidado.

Para amantes del comic de superhéroes de los ochenta (que tenía su propio y característico sabor) y seguidores del inefable Ojo de Halcón.


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